viernes, 18 de julio de 2014


La sombrerona.


 Vestida de rojo, un vestido ceñido que mostraba una figura maravillosa, unos guantes negros elegantes de terciopelo y un sombrero rojo grande que no dejaba ver su cara. Reposaba en una esquina todas las noches, cuenta la historia que un señor demasiado elegante salía de un café a altas horas de la noche rumbo a su casa, el en la niebla vio la silueta de aquella mujer y vio que en su mano sostenía un filtro de un cigarrillo y que en su punta había un cigarro apagado, el se apresuro mostrar sus dotes de galán se le acerco y le dijo que si deseaba fuego, ella acepto y prendió su cigarro, al subir su cabeza para darle gracias a aquel señor, el señor pudo ver que no había rostro, solo dos cuencas como ojos una cuenca como nariz y unos dientes amarillos, al ver eso callo al sueño desmallado y al otro día amaneció en la misma esquina desnudo y aruñado, y así paso con muchos hombres más que al verla al otro día amanecían desnudos y aruñados.

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