La sombrerona.
Vestida
de rojo, un vestido ceñido que mostraba una figura maravillosa, unos
guantes negros elegantes de terciopelo y un sombrero
rojo grande que no dejaba ver su cara. Reposaba en una esquina todas las noches,
cuenta la historia que un señor demasiado elegante salía de un café a
altas horas de la noche rumbo a su casa, el en la niebla vio la silueta de
aquella mujer y vio que en su mano sostenía un filtro de un cigarrillo y que en su punta había un cigarro
apagado, el se apresuro mostrar sus dotes de galán se le acerco y le
dijo que si deseaba fuego, ella acepto y
prendió su cigarro, al subir su cabeza para darle gracias a aquel señor, el
señor pudo ver que no había rostro, solo dos cuencas como ojos una
cuenca como nariz y unos dientes amarillos, al ver eso callo al sueño desmallado y al otro día amaneció en la misma
esquina desnudo y aruñado, y así paso con muchos hombres más que al verla al otro día amanecían desnudos y
aruñados.
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