jueves, 17 de julio de 2014

El Hombre Caimán

Cuenta la leyenda que en la localidad de plato vivía un hombre pescador, al que le gustaba mirar a las mujeres que lavaban y se bañaban en las aguas del río Magdalena. Tenía tanto interés por observarlas, pero a la vez tanto miedo de ser descubierto que fue en busca de un brujo a la alta guajira (cuya capital conocemos, Riohacha). Este brujo le dio como solución dos pócimas, una roja y otra blanca. Con la poción roja se convertiría en caimán, y podía observar de cerca a las muchachas sin peligro de que lo descubrieran y luego, lógicamente, le fueran a dar un escarmiento. La poción blanca en cambio lo devolvería a su estado natural humano y un amigo debía suministrársela a la vuelta de sus correrías.

Durante un tiempo el hombre disfruto de su condición y de sus correrías, observando a las mujeres mientras se bañaban, inocentes, en el río. Un día su compinche no pudo acompañarlo, pero envió a otra persona que era la encargada de suministrarle la pócima que lo haría hombre. Al ver el caimán de cerca, el hombre se asusto y dejo caer la botella, derramándose su contenido. Se perdió el antídoto, pero unas gotas cayeron sobre la cabeza del hombre caimán, dejándolo mitad hombre, mitad caimán.

A partir de ahí el hombre no pudo espiar a más mujeres mientras se bañaban por que se convirtió en el terror del lugar. Nadie se baño mas en esa parte del río y el hombre caimán solo era visitado por su madre, quien le preparaba y llevaba sus alimentos favoritos. A la muerte su madre el hombre caimán decidió dejarse arrastrar por el río hasta su desembocadura, donde desapareció. Aun hoy los pescadores tienen la esperanza de cazarlo

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